Con una mezcla de pompa, fervor y parafernalia, el recién instaurado gobierno municipal de Xilxes, encabezado por el PP, ha suscitado controversia al participar de manera institucional en la exaltación del Cristo de la junquera.

Este acto, lejos de ser una manifestación personal de creencias, se llevó a cabo con todo el despliegue, como si de un evento oficial se tratara, con las intervenciones del alcalde de Xilxes Ismael Minguet y el concejal Joaquin Manzano, bajo el palio de la iglesia.

Un acto que no sabemos si es del ayuntamiento o de la iglesia, falta no hace recordar que el ayuntamiento es una institución aconfesional y laica y representa a todos, católicos, no católicos, creyentes en otras religiones y de los que no creen en ninguna. Debería ser norma que el ayuntamiento y el estado debe de mantener su neutralidad religiosa.

La acción del gobierno local ha reavivado debates sobre la separación entre la institución y la religión, suscitando críticas en torno a la identificación de la esencia española o la esencia Chilchera con el catolicismo. Una tesis vinculada al nacional-catolicismo franquista y su lema de "Una sola nación, una sola fe".

Parece que los nuevos líderes municipales se aferran a esta idea, ignorando que constitucionalmente la libertad de religión, consagrada en nuestra carta magna. Una de la que hacen luego gala con su defensa pero que realmente, como han demostrado, no creen en ella. Lo más preocupante es la aparente indiferencia de los concejales populares municipales hacia la diversidad de creencias existente en Xilxes y nos llevan mas de 50 años atrás. Al manifestar su apoyo a una opción religiosa específica, se corre el riesgo de autoexcluir a una parte significativa de la ciudadanía, ignorando la pluralidad de pensamientos y creencias que caracterizan a la sociedad actual. Siguen su lema solo los que creen son “Xilxeros de Veritat”, pero ni mucho menos han acudido a estos actos los 2900, por lo que no pueden excluir a la mayoría que no han ido a ninguno de estos actos. La participación gubernamental en eventos religiosos como si fueran oficiales plantea interrogantes sobre la evolución de la sociedad xilxera.

¿Estamos anclados en el pasado, reviviendo prácticas del franquismo con sus palios, misas y caballeros con plumas sobre rocinantes?

En tiempos donde la diversidad y la tolerancia son valores fundamentales, las imposiciones religiosas desde instituciones gubernamentales deberían ser cosa del pasado. Si bien las opciones religiosas son respetables, es esencial recordar que la laicidad y la neutralidad del Estado son elementos esenciales para una convivencia armoniosa y respetuosa. En lugar de perpetuar prácticas de tiempos pasados, instamos a nuestros representantes municipales a reflexionar sobre la importancia de promover la inclusión y el respeto a la diversidad de creencias en Xilxes. La ciudadanía merece un gobierno que refleje la pluralidad de sus habitantes y trabaje por el bienestar común, independientemente de sus convicciones religiosas.

Mejor seria que apoyaran con el mismo fervor la educación pública, la escuela de ingles el patio abierto para los niños, el trabajo justo y repartido para los que lo necesitan, el carril bici que le PP no ha puesto en el presupuesto de la Generalitat y muchísimas cosas que hagan prosperar a Xilxes hacia adelante y de forma incluyente. En cambio, prefieren llevarnos a los años 20 del siglo pasado o a los años del nacional catolicismo de la dictadura franquista.

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