Este fin de semana, en el marco de la celebración del Día de la Constitución, el Ayuntamiento ha pasado por alto cualquier tipo de acto institucional que honre este pilar fundamental de nuestro orden democrático. Ni una actividad, ni un simple mensaje en redes sociales para recordar el aniversario de nuestra carta magna. El silencio institucional contrasta, sin embargo, con un evento celebrado en la Plaza de España, marcado por tintes ideológicos preocupantes.
Allí, la conmemoración no se enfocó en valores democráticos inclusivos, ni tan siquiera religiosos diríamos, sino que adoptó un tono más acorde con las nostalgias del nacionalcatolicismo. Encabezado por representantes del ala ultraderechista política del PP, y un ambiente que excluye no solamente a no creyentes también a creyentes que no ven en este un acto religioso sino de exaltación poco espiritual y recordemos el papel clave del Ayuntamiento en esta fiesta.
El mismo alcalde que permitió esta celebración, completa con música, alcohol y fiesta, es quien anteriormente negó el uso de la misma Plaza de España para conmemorar la proclamación de la Segunda República el pasado 14 de abril. Un hecho democrático que también forma parte de nuestra historia, pero que fue desautorizado por consideraciones claramente sectarias. ¿La plaza de España? Parece reservada exclusivamente para actos que complacen a la derecha, mientras otros eventos conmemorativos quedan marginados.
Este sesgo no solo excluye a una parte importante de la ciudadanía, sino que también desvirtúa la esencia de la Constitución, que debe ser celebrada como un documento de unidad, pluralidad y convivencia.
Por otro lado que nadie tenga la intención de vincular esto a la fe y las creencias religiosas, ya que no son patrimonio de un sector político, ya que hay muchas personas católicas entre la izquierda también y no necesitan ni aprueban este tipo de celebraciones teñidas de alcohol y banalización para vivir su espiritualidad, mientras son incapaces de celebra el dia de la Constitución española.
La actitud del alcalde pone de manifiesto una alarmante falta de compromiso con la representación plural de los vecinos del municipio. En lugar de promover actos que resalten los valores democráticos que nos unen, ha optado por priorizar el baile y la “mamandurria”. La Constitución merece más que el olvido institucional.