
La gestión de Ismael Minguet al frente del Ayuntamiento de Chilches/Xilxes está suscitando cada vez más críticas por su enfoque excluyente y de escasa visión de futuro. En lugar de gobernar para toda la comunidad, parece que su administración se ha centrado en una pequeña parte de la población, tratándola como si el municipio fuera una peña privada en la que solo unos pocos tienen voz y voto. Esta actitud se refleja especialmente en el ámbito turístico, un sector crucial para la economía local, que ha experimentado un preocupante retroceso durante su mandato.
Los datos de 2024 son claros: la llegada de turistas ha caído un 21,2% en octubre respecto al año anterior, según datos oficiales del INE y el descenso acumulado en los primeros diez meses de 2024 es del 11,2%. Si bien los turistas internacionales han aumentado, este crecimiento no ha logrado compensar la pérdida de visitantes nacionales, lo que refleja una desconexión alarmante entre las políticas del gobierno municipal y las verdaderas necesidades de los xilxeros y xilxeras. En lugar de trabajar para revitalizar un sector tan importante para la comunidad, el alcalde ha optado por estrategias que no tienen en cuenta a la mayoría de los habitantes, a menudo priorizando intereses de unos pocos.
Este enfoque tan limitado no solo perjudica al turismo, sino que también refleja un estilo de gobernanza que excluye a muchos de los sectores del municipio. En lugar de ofrecer soluciones inclusivas, que contemplen a todos los grupos sociales, la gestión de Minguet parece más bien diseñada para satisfacer a un pequeño círculo cercano, sin considerar las diversas realidades que enfrenta Xilxes.
El municipio necesita un liderazgo que escuche a todos los xilxeros, que promueva el desarrollo equitativo y que trabaje para que tanto residentes como visitantes sientan que están siendo parte de un proyecto común. Sin embargo, la actitud del alcalde parece más la de alguien que gobierna desde la exclusividad, como si Xilxes fuera un club privado donde solo unos pocos tienen acceso a los beneficios del progreso.
Si Xilxes quiere realmente avanzar, debe exigir una gestión que apueste por todos sus ciudadanos y que valore, por igual, a los turistas, residentes tanto del pueblo como de la playa, independientemente de su origen o estatus. Necesitamos un cambio de rumbo, uno que busque el bienestar colectivo y no el de unos pocos.